Adolescente, víctima de acoso escolar, ¿Qué mensaje?

Por: Victorino Mayoral Cortés. Presidente de la Liga Española de la Educación

En primer lugar, desde la Liga Española de la Educación queremos hacer llegar a la familia de la adolescente, víctima mortal a causa del acoso escolar, nuestro sentimiento de pesar y solidaridad. Iguales sentimientos queremos transmitir a la comunidad escolar del IES Ciudad de Jaén de Madrid, víctima, junto a la adolescente y su familia, de un conjunto de factores que, a nuestro juicio, han rodeado a esta tragedia y la han hecho en gran medida posible e inevitable.

No podemos solventar hechos y responsabilidades tan graves mediante el estricto seguimiento reglamentario o de los protocolos previstos frente al acoso escolar. No podemos, ni mucho menos, considerar que el asunto termina en la mera valoración de las conductas individuales: la del acosador, la de su víctima, la de sus familiares o la de algún miembro del equipo docente, como el director del Instituto, al que las autoridades educativas de la Comunidad de Madrid han pretendido convertir en último responsable de la tragedia. No, a nuestro juicio, lo ocurrido tiene un calado mucho más profundo. Es, pues, necesario reflexionar, poner en evidencia y denunciar, porque estamos ante síntomas escandalosamente demostrativos de las consecuencias que tienen para la educación ciertos factores fundamentales sociales, económicos y políticos, de carácter “sistémico”, condicionantes de toda la labor que se hace en nuestras escuelas públicas.

Nuestra reflexión pretende llevar al centro del debate la situación de un alumnado, de un profesorado y de unas comunidades educativas encerradas en un marco escolar profundamente alterado y condicionado por las limitaciones que, para el desarrollo de una educación integral, significan las carencias inmediatas y reales de profesores, espacios y recursos. Queremos también reflexionar sobre la creciente hegemonía de los valores y de la práctica educativa de un modelo de educación individualista, privatista, competitivo, meramente instructivo y consumista, impulsados por la política educativa conservadora. Bajo el disfraz de la “libre elección” y la promoción ideológica del espíritu empresarial (por no hablar del la educación financiera elemental: un autentico sarcasmo curricular para tantos alumnos/as destinados al desempleo, procedentes de familias de desempleados) tratan de encubrir el abandono de la escuela pública en beneficio de la privada, que con los recortes y bajo el pretexto justificativo de la crisis ha contribuido a crear situaciones como la que se vive en el IES Ciudad de Jaén.

Es un caso más de pérdida de capacidad por parte de un centro escolar para tutelar educativamente a su alumnado de manera efectiva y personalizada y, al mismo tiempo, conseguir para todos y todas los objetivos esperados de una educación pública, gratuita y de calidad a la que tienen derecho, sea cual sea su clase social, el barrio donde habiten sus familias o la atención a las necesidades educativas que requiera su diversidad. Principalmente en aquellas situaciones que lastran negativamente a tantos alumnos/as, a causa del castigo que para tantos barrios y familias están significando el desempleo, la carencia de prestaciones, la pobreza y la exclusión social.

En este círculo vicioso de políticas y valores educativos adversos, de barrios y familias duramente afectados por una política económica neoliberal, carente de alma social, que aboca a una desigualdad creciente de medios y oportunidades, es donde se sitúa la realidad evidente de las consecuencias para los alumnos, especialmente para los más frágiles. Por ejemplo, un centro masificado -1.200 alumnos- en el que la dirección y el profesorado se encuentran desbordados por carecer de los recursos humanos, organizativos, espaciales y de apoyo imprescindibles para abordar la educación de tan grandes colectivos de alumnos/as, entre los que se manifiesta un importante fracaso escolar, una gran diversidad por razones de inmigración o necesidades educativas especiales o compensación social y las tensiones, a veces acabadas en actos de vandalismo y violencia, soterrada o explícita, que destruyen la convivencia en las aulas y patios de recreo y constituyen la expresión más deprimente del fracaso social de la educación que se pretende inculcar a los alumnos. Es en el ojo de este auténtico huracán social, agravado por la crisis económica y los recortes que limitan la acción de muchas escuela públicas, en el que se encontraba la joven adolescente víctima del acoso y en el que, desgraciadamente, se encuentran otras potenciales víctimas en diferentes grados de riegos.

Quienes creemos en la función que en una sociedad regida por un Estado Social y Democrático debe tener la educación pública para el progreso personal y social de cada ciudadano/a y la convivencia y prosperidad de la sociedad a la que pertenecemos, no podemos permanecer indiferentes o pasivos ante el mensaje que nos envía la muerte de esta adolescente alumna del IES Ciudad de Jaén en Madrid.

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