Construyendo ciudadanía europea en tiempos de crisis

Por: Victorino Mayoral Cortés. Presidente de la Fundación Cives

Construir ciudadanía europea en tiempos de crisis, y teniendo en cuenta cómo se está abordando la grave crisis actual por parte de las instituciones comunitarias, ¿es posible?,¿es realista plantearlo?,¿no será un voluntarioso e inútil esfuerzo de fantasía creativa que va más allá de la legitima ambición utópica; entendiendo por utopía la anticipación de lo que después es posible que existirá u ocurrirá, y no lo que no existe, ni existirá nunca, en ninguna parte?

Porque, hoy mismo, qué podemos pensar los ciudadanos europeos cuando un día si y otro también, los medios de comunicación nos vuelcan masivamente noticias tan poco alentadoras como estas: Europa en peligro. Los líderes de la Unión, atascados y divididos .La crisis fragmenta a una U .E. sin lideres. La crisis agrava la fractura política en una Europa debilitada. El presupuesto de la UE para 2013 que contiene importantes recortes de gastos no es aprobado en la cumbre de jefes de gobierno de noviembre de 2012. Por eso nada de extraño tiene que una personalidad con la autoridad moral de José Luis San Pedro haya llegado a decir que Europa está “reunida”,- muchas veces reunida, sin grandes resultados-pero no está unida, ni se unirá.

Y, lo que resulta más decepcionante para quienes estamos comprometidos con el paradigma del nuevo ciudadano europeo y con el de una Europa como espacio solvente de valores de modernidad y progreso, cuando observamos que para algunos la idea de Europa se está apagando, porque mandan los mercados sin freno alguno, las prioridades las marcan mercaderes y mercados y no los ciudadanos a través de los procedimientos de la democracia representativa y participativa .Mientras, los movimientos antieuropeos, nacionalistas, populistas y xenófobos ganan terreno, en un contexto de creciente paro, de recortes de bienes y servicios públicos, de encogimiento del Estado de bienestar y, por tanto ,de la esencia del modelo social europeo y de la ciudadanía social europea. Hoy, para algunos, Europa y el Euro comienzan a ser sinónimos de ajustes, sacrificios y recortes de derechos y prestaciones sociales

Como ha dicho Joschka Fischer, la crisis ha comenzado a socavar los mismísimos cimientos en los que se basó el orden europeo de la posguerra; orden que hizo posible un brillante periodo de paz y prosperidad en la historia del continente. O como reconocía también Paul Krugman, en un artículo que ha causado importante impacto sobre el porvenir del Euro, pero donde valoraba extraordinariamente de qué manera los europeos construyeron durante la etapa de la II posguerra mundial un sistema de paz y democracia, y unas sociedades “que son posiblemente las más decentes de la historia de la humanidad” Un capital cultural ,social, político y económico conquistado por las ultimas generaciones de ciudadanos europeos, que se integra en los logros históricos de la civilización europea, del cual somos herederos y no tenemos derecho a dilapidar .Por el contrario, estamos en el deber de preservarlo y ampliarlo para el disfrute de las generaciones presentes y futuras.

No está en la tradición democrática europea que los ciudadanos nos avengamos a ser meros sufridores pasivos y pacientes espectadores neutros cuando se decide sobre los aspectos más esenciales de nuestras vidas y de nuestro futuro .Hoy, con mas medios de participación democrática a nuestro alcance, podremos actuar como ciudadanos activos utilizando los espacios de intervención cívica que nos proporciona nuestro estatuto de ciudadanía común. Con instituciones aún sin estrenar, como la iniciativa popular, que ya ha sido tanteada por organizaciones y plataformas sociales.

Las organizaciones sociales y plataformas que formamos parte de la sociedad civil organizada europea no renunciaremos a promover, a exigir y a defender las alternativas y soluciones que consideremos necesarias para abordar aquellos problemas que conocemos bien a causa de nuestra implicación en la prestación de servicios a los sectores más necesitados de apoyo de la sociedad europea y de nuestro compromiso en la defensa de de los derechos de ciudadanía civil y social

Sabemos que los ciudadanos y pueblos que formamos parte de la Unión Europea nos encontramos ante una de las decisivas encrucijadas de nuestra historia continental .Algunos hablan de laberinto europeo, y quizás tengan razón, teniendo en cuenta el circulo vicioso y los confusos adelantos y retroceso en el que parecen encerrados dirigentes e instituciones de la Unión. Nosotros, para simplificar, al menos en nuestra dialéctica, preferimos hablar de encrucijada .Porque al final las decisiones tomadas a lo largo del tiempo nos habrán situado ante la elección entre dos caminos, cada uno de los cuales nos lleva a lugares diferentes, e incluso opuestos. Por uno se vuelve al pasado, al viejo Estado-nación de la primera mitad del siglo XX, al nacionalismo identitario e insolidario, al empobrecimiento en todos los aspectos, a la atomización que multiplica las muchas cabezas de ratón, azotadas por las colas de unos pocos leones .Se trata de un camino que conduce a la rivalidad, a la insolidaridad y al proteccionismo, y, finalmente, a la evaporación y desaparición de la ciudadanía europea.

Por el otro camino, por el que hasta ahora veníamos transitando, aunque, es verdad, con grandes dificultades, se nos abren muchas posibilidades de progreso, justicia, libertad y seguridad, siempre que se fortalezca y profundice en la unión política y económica, en una mayor integración que asuma progresivamente la perspectiva federal y una ampliada ciudadanía europea, que convierta en realidad los derechos y garantías proclamados por la Carta Europea de Derechos Fundamentales, en la mejor tradición del modelo social europeo.

Mas, en todo caso, no podemos soslayar el hecho de que la crisis económica que aqueja al espacio europeo pone en riesgo los logros y conquistas de la ciudadanía social, porque genera consecuencias sociales muy negativas y malestar que disuelve la convivencia y la paz social. Sin políticas sociales justas, eficientes y suficientes quiebra el contrato social y muchos ciudadanos se ven condenados al paro, la pobreza y la exclusión social o, lo que es lo mismo, a las más graves limitaciones también en el ejercicio de sus restantes derechos de ciudadanía. No se trata de adoptar ingenuas e infundadas actitudes de esperanza de prontas y fáciles soluciones ante problemas tan graves como los que actualmente aquejan a la Unión Europea y a muchos de sus ciudadanos. Pero, sí debemos tomar una línea de conducta equilibrada como ciudadanos europeos que queremos seguir siéndolo: aquellos hechos que la razón cada día nos pone de manifiesto para fundamentar nuestro pesimismo acerca del porvenir de la idea de ciudadanía europea, los debemos contraponer con otros hechos y otras pruebas que nos aporta una experiencia, históricamente repetida, conforme a la cual finalmente prevalecerá el optimismo de la voluntad de los pueblos de Europa, dispuestos a construir en común un futuro que sea mejor que su infortunado pasado.

Translate »