O cómo distraer la atención de los votantes para que no se fijen en el mal gobierno
El historiador y biógrafo griego Plutarco relata esta curiosa anécdota: Alcibíades, rico aristócrata, paseaba por Atenas con un magnífico perro por el que había pagado sesenta minas, todos pudieron admirar el porte sublime del can, así como su espléndida cola. Un día ordenó que se la cortaran. Aquello provocó entre amigos y conocidos toda suerte de comentarios y condenas. No entendían por qué había tomado tal decisión. Todo el mundo le criticaba, pero él, muy tranquilo y risueño, les respondió que mientras los atenienses se ocupaban del rabo de su perro no se fijaban en su mal gobierno.
En estos días, con Grecia y sus avatares de permanente actualidad, recuerdo esta curiosa historia que pudo pasar hace 2.400 años en Atenas, cuna de nuestra cultura y fundamento de la ética y la política europeas. Hoy, el pueblo griego enfrenta una batalla de incierto final. Se bate contra un poder inmenso, sordo y ciego ante las personas, pero muy atento a las peticiones de los mercados, luchan también para vencer el pasado y la nefasta manera de gobernarse, carcomida por la corrupción y por una administración pública desmandada. Han votado esta semana para abrirle una puerta a la esperanza. Quieren atender antes a la ciudadanía, después a la deuda. Veremos si lo consiguen.
Alcibíades vivió en el siglo V a. C. cuando la polis de Atenas alcanzó su mayor esplendor. Se realizaron grandes obras públicas y se mejoró la calidad de vida de los ciudadanos, amén del apogeo que alcanzaron las diversas manifestaciones culturales: arquitectura, escultura, literatura o filosofía. Su tío Pericles fue la figura política más relevante de la época, excelente orador, precursor de la democracia que facilitó el desempeño de cargos públicos a los ciudadanos que no tuvieran riquezas. El pueblo era soberano y libre, solo debían obediencia a sus leyes. Se consiguió la igualdad de palabra en la Asamblea y se trató de ayudar a los más necesitados para que pudieran ejercer sus derechos políticos. Tucídides dejó el siguiente testimonio: «Todo aquel que es capaz de servir a la ciudad no encuentra impedimento alguno, ni la pobreza, ni la condición ciudadana».
El famoso sobrino será un buen ejemplo del ocaso de la Atenas de Pericles. Participó en la guerra del Peloponeso y se caracterizó por ser ambicioso, falto de escrúpulos, imprudente y desleal. Sirvió en cuantos bandos le interesó y muchas veces solo le salvó su hábil oratoria. Se impondrá con frecuencia la timocracia, gobierna el que tiene el oro, el poder se repartía en proporción a las riquezas. El timócrata de entonces se parecía bastante al de hoy: la vanidad de su existencia, el desinterés por lo intelectual, un lenguaje ortopédico, el culto al dinero y el desprecio de aquellos que sustentan la economía real. Esta actitud termina rompiendo la unidad sobre la que se fundaba la polis entonces, o provocando hoy tanta desigualdad que una parte importante de la ciudadanía ha caído en la marginación social. Mientras, embaucados por el espectáculo, los ciudadanos miramos al rabo del perro o al perro sin rabo y también nos preguntamos por qué han hecho eso, nos indignamos por ese maltrato al animal o protestamos en manifestación multitudinaria por el sacrificio del perro que convivía con la mujer infectada de ébola. Los «alcibíades» de turno manejan muy bien la palestra y hacen saltar a ella sucesos que desvíen nuestra atención de las más importantes y controvertidas decisiones del gobierno. Son unos artistas en el arte del enmascaramiento.
Cuando en España enfoquemos sin distorsiones sobre las consecuencias del gobierno de Mariano Rajoy, nos encontraremos una educación pública muy deteriorada, sostenida apenas en el esfuerzo y el voluntarismo del profesorado. Como doloroso ejemplo, un aula de infantil de 3 años en el colegio El Pinar de Benavente, con 25 niños y niñas, atendida por una sola profesora, bueno, una superprofesora. Si de la Sanidad tratamos, nos veremos en el dilema de tener que decidir si esperamos la cita para el especialista de Traumatología tres meses o vamos a la privada, o hemos tenido que atender a la abuela en el pasillo del hospital cuando se mantiene en el mismo centro una planta cerrada.
No obstante el gobierno del PP continúa amputando la cola al primer can que se acerque, como cuando la secretaria de Estado de Educación, la señora Gomendio, afirma que la Educación para la Ciudadanía no ha hecho disminuir la violencia machista entre los jóvenes. ¡Qué desvergüenza! Se dan cuenta, entre Cospedal, Floriano y esta lumbrera se presentan en las elecciones sin un rasguño.
Artículo extraído del diario La opinión de Zamora.