Más de 25 profesores y profesoras de España, Croacia, Polonia y Francia se han reunido hoy en París para compartir sus experiencias como participantes del proyecto Europeo Fraternity Card. Ellos y ellas han sido las encargadas de acompañar al alumnado en el descubrimiento de fotografías sociales para trabajar sobre sus sentimientos, reflexiones y redactar miles de tarjetas postales enviadas a personas desconocidas con mensajes de solidaridad.
En España, sólo en la edición de 2019, se han enviado más de 5.000 postales desde 62 centros de 12 provincias, involucrando a centenares de docentes. Seis de ellos nos han acompañado hasta París para analizar los resultados y comentar sus distintas aproximaciones. “Una de las claves del éxito de este proyecto – afirma el coordinador de Cives, Carlos Roldán – es la gran flexibilidad que permite el formato. Cada docente ha sido capaz de llevarse el proyecto a su terreno y trabajarlo desde sus posibilidades y métodos”. Por ello, la reunión para compartir metodologías y resultados entre docentes de diferentes centros y países ha sido muy participativa.
“La guía docente que nos entregó el proyecto es muy completa y enriquecedora, es un material técnicamente muy bueno, tanto en la calidad de las imágenes como de las actividades” afirma María Trinidad Panadero, profesora de Jaén. “La verdad es que ha sido muy curioso ver cómo cada profesor o profesora ha usado el material, yo utilicé un método inductivo y otros compañeros optaron por metodologías más deductivas, por ejemplo” dice Moisés Velasco, profesor de filosofía de Cádiz.
El proyecto, que finaliza ahora su primera edición, ha permitido a miles de alumnos y alumnas de todas las edades profundizar en valores de fraternidad a través del arte. El objetivo era el de ser capaces de generar conocimiento desde la fotografía, analizando las sensaciones que ciertas imágenes nos provocan y trabajando de forma conjunta las diversas maneras de expresarlo. El proceso culminaba con el envío de una tarjeta postal con la fotografía y el mensaje trabajado, enviado al azar a una dirección desconocida, invitándo al destinatario a responder y establecer un diálogo sobre cuestiones sociales.
“Lo cierto es que es un proyecto, además de bonito, muy necesario” afirma Victor Bastón, profesor de Gran Canaria “especialmente porque se centra en cuestiones que no recoge el currículum y que son de enorme valía”. En este sentido coincide con Eduardo López, mediador intercultural, que profundiza en el potencial de la iniciativa y la capacidad de conectar la fraternidad con la idea de cuidado, la conciencia de comunidad, que traspasa las barreras del centro.
Precisamente traspasar las barreras del centro ha sido uno los objetivo del proyecto. “Es muy importante que en un momento en el que los centros parecen cerrarse cada vez más, podamos trabajar en proyectos como este que, no sólo te hace salir del centro, si no que te conectan con lo real, con las imágenes de realidades que tienen lugar en el mundo. La posibilidad de trabajar la imagen, aprender a leerla y pensarla además de la parte creativa, hacen de este proyecto un marco muy completo y libre para pensar críticamente y construir ciudadanía” afirma Moisés Velasco.
Una de las fortalezas del Fraternity Card ha sido la posibilidad de adaptarse a diferentes grupos y edades. “Yo lo hice con un grupo de mujeres migrantes, como parte del trabajo que hacemos en los talleres para aprender español y la verdad es que fue una experiencia muy empoderadora. No sólo por el refuerzo lingüístico y creativo si no por la sensación generalizada en el grupo de sentirse constructoras y emisoras de mensajes al resto de la comunidad, partícipes y tomando la palabra” afirma Laura Hernández educadora del área de interculturalidad del la Liga de la Educación.
«Yo creo que los poderes públicos en general deberían ser más conscientes del enorme trabajo que se realiza en las aulas – afirma Juan Miguel Lorenzo, profesor de Gran Canaria – así como del importante coste social y posibles efectos negativos que repercutirían en la sociedad si no se hiciera esta labor, tantas veces invisibilizada»
Fraternity Card pone fin así a una primera edición que deja muy buenas sensaciones entre el profesorado y el alumnado a juzgar por las evaluaciones y resultados y que ha despertado una enorme cascada de nuevas propuestas e ideas para mejorar y aumentar el impacto de la siguiente. Desde la Fundación Cives queremos agraceder la gran implicación, entusiasmo y participación activa de tantos profesores y profesoras que han formado parte de este proyecto. Hemos tomado nota de todo y nos ponemos a trabajar para la siguiente edición ¡Muchas gracias a todas y todos por hacerlo posible!